Relación entre baldosas hidráulicas y población del cielo de los gatitos.

Desde hace años, colecciono baldosas hidráulicas. El proceso es más o menos siempre el mismo; recolectándolas de las calles de Barcelona. Salvadas del olvido en el último nanosegundo de las reformas de edificios que se suceden por toda la ciudad. Es como ir a buscar setas, pero en plan urbanita.

Sea cuál sea el resultado, la sensación siempre es agridulce para mí. Encontrar una baldosa que no haya visto antes, bien conservada y sin 20kg de cemento en la base; me encanta, pero no puedo dejar de sentir cierta pena y sensación de abandono, por simpatía. Por simpatía a la baldosa, claro.

Cuando veo un saco de escombros en la calle, me asalta una emoción casi infantil en la noche de Reyes… ¿Habrá alguna?

Me gustaría pensar que las baldosas hidráulicas son desechadas de las reformas por estar estropeadas, rotas o cubiertas por algún material que hace imposible su rehabilitación, pero me da a mí, que no siempre es así. A los que desechen las baldosas hidráulicas por cuestión estética sólo puedo decirles en plan tile-addict-psico-killer: ¡Si las cambias por parqué muere un gatito!

Las baldosas hidráulicas son joyas artesanas hechas a mano una a una, muchas de ellas hace más de un siglo… Diseñadas, en muchos casos, por los grandes nombres de la arquitectura catalana y mundial, transmiten personalidad y carácter a los espacios y nos hablan de su historia. Si conservamos los mosaicos hidráulicos mantendremos un elemento arquitectónico que define nuestra ciudad, la propiedad seguirá manteniendo su personalidad y habrá menos gatitos en el cielo de los gatitos.

Miau.

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